2.06.2012

Una breve historia del progreso: la ropa interior masculina

"All America Athletic Underwear"
El mundo es un desastre, de eso no cabe duda, y todo va para peor. Y no obstante existen cosas que a uno casi le harían creer que los filósofos del siglo xviii que con tanta emoción anunciaban el progreso de la humanidad no estaban completamente locos. Un ejemplo incuestionable: la historia de la ropa interior masculina.

Si olvidamos aquellas hojas de higuera con que nuestros antepasados bíblicos cubrieron su vergüenza tras el consumo del fruto prohibido, el taparrabos es lo primero con lo que el género humano cubrió su género: aquel constructo de la apariencia de un pañal, ora de cuero, ora de tela, que todos los pueblos primitivos usaban –y que tiempo después Mohandas Karamchand Gandhi desearía instaurar de nuevo (gracias a Dios sin éxito).

En esta escasez (o en ventiladas togas, pero bajo ellas los antiguos griegos iban 'commando', como suelen decir los estadounidenses) anduvimos durante algunos siglos, hasta que en la Edad Media, muy probablemente por influencia bárbara, se impusieron los braccae o (un tipo de) calzoncillos largos. Éstos fueron usados tanto por reyes como por bufones a través de los siglos.

A finales del siglo xix se desarrolló a partir de ahí el llamado union-suit o ropa interior de cuerpo entero. Hoy, sin embargo, el union suit es usado exclusivamente por vaqueros o, justamente, por bufones. (Desde hace algunos meses, en algunas regiones invernales Zara intenta activar la ropa interior enteriza como objeto de moda. Desde aquí saludaremos calurosamente el fracaso de esta iniciativa.)

Necia alegría
El siglo xx trajo consigo considerables mejoras. En 1934 Arthur Kneible, ingeniero de textiles de Chicago, inventó el jockey, slip, o 'calzoncillo ajustado'. Este fue el comienzo de la ropa interior moderna o lo que es lo mismo: de la ropa interior como moda. En los tres primeros meses tras su comercialización se vendieron 30,000 pares de slips. A mi parecer, no es difícil comprender esta sensación: habíamos sido liberados de innecesarias envolturas de tela y experimentábamos por primera vez el dinamismo que solo una 'segunda piel' puede ofrecer.

En cierto sentido (en sentido figurado, se entiende) cada hombre se convertía así en una deportista. De esta forma, Kneible había vuelto realidad el sueño que define a la moda: crear un producto que es la proyección de lo que queremos ser. (Las otras variaciones de la ropa interior del siglo xx hacen exactamente lo mismo; también el monstruo entre monstruos: la tanga...)

Hoy, ochenta años después, la decadencia del slip es manifiesta. El ícono actual del slip: Homero Simpson.

Pues tras el reino del 'jockey', la era del bóxer estaba por venir. En su forma holgada (una especie de pantalón corto, pantaloneta, etc.) fueron introducidos al mercado por primera vez en 1925. Al principio fueron eclipsados por el slip, pero a partir de los ochenta experimentaron un verdadero revival. Los bóxer holgados eran la respuesta de la moda a una necesidad de la moda: el alejamiento del slip, que para entonces se había establecido por completo. Así se explica su éxito inicial.

Pero no eran más que un escalón intermedio. La culminación de esta historia apareció aproximadamente en 1990, cuando empresas como Calvin Klein (de la mano de 'Marky Mark') introdujeron la obra de arte definitiva al siempre hambriento mercado de la moda: los bóxer slip, bóxer brief o simplemente bóxer ajustados.

Los bóxer ajustados son un objeto perfecto de la moda. Frente a los bóxer holgados sus ventajas son conocidas:

(1) Apoyo: en los bóxer slip todo está donde debe estar. No existen aún datos exactos sobre las atrofias a largo plazo a la maquinaria reproductiva masculina producidas por los bóxer holgados. Bastaría, sin embargo, obligar a correr a cada adolescente 'subversivo' usuario de bóxer holgados la Maratón de Bogotá  dentro de ellos.

(2) Fijeza: los bóxer slip se quedan donde deben quedarse. Los bóxer holgados, por el contrario, bailan alrededor de la cintura, crean bolsas de aire, miran por fuera del pantalón (incomprensible moda adolescente). Contravienen, pues todas las reglas racionales de la

(3) Estética masculina: pues los bóxer ajustados son, en una palabra: sobrios.

Los bóxer ajustados también son superiores frente al slip o calzoncillo ajustado. ¿Pero por qué? A primera vista, aquí la cosa parace ser un poco más complicada. Pero no lo es, es simplemente más sutil. Tras extensivos sondeos en el mundo femenino, he logrado determinar: la ventaja del bóxer ajustado frente al slip es explicable. Se trata, a saber, de una ventaja de naturaleza estética-psicológica: los calzoncillos ajustados tienen algo blanduzco, antimasculino. No necesariamente algo femenino, más bien algo infantil. 

Si esto es correcto (y lo es), entonces la historia del progreso de la moderna ropa interior masculina se puede resumir alegórica y literalmente en tres fases: slip para el niño, bóxer holgados para el adoleschente 'rebelde'. Los hombres usan bóxer slip.